Bio

Desde niña tengo una vida espiritual e interior muy rica. Siempre sentí a Dios
muy cerca. Para mí la espiritualidad y el auto conocimiento son lo mismo, y la religión es cultivar nuestra conexión con el universo y con la divinidad, que está en la tierra y en el cielo, en las estrellas y los árboles, en el mar y las montañas, en los animales y en las personas. Nada más importante que sentirme conectada, viva y despierta.

Siempre fui una voraz aprendiz, muy cuestionadora, ávida de saberes y conocimientos. Una tarde de enero estaba en una playa, tendida sobre la arena y mirando el cielo, de repente mi mirada se perdió entre las nubes y una pregunta me atravesó… Sí, me atravesó completamente ¿para qué estoy acá? ¿qué sentido tiene todo esto? Y esta vez no fue una pregunta intelectual, no salió de mi cabeza, sino de lo más profundo de mi alma. Esa tarde algo pasó. No podría decir qué, porque fue algo muy sutil, pero desde ese momento el curso de mi vida comenzó a cambiar y tomó un rumbo completamente inesperado.


A partir de allí comencé a encaminarme, sin saberlo, hacia lo que fue un gran salto. A los pocos meses mi abuela materna murió y con su partida despertó algo en mi consciencia que me movilizó mucho. Empecé a preguntarme por la vida y la muerte, y de la mano de una terapeuta holística me zambullí en las profundidades de mi inconsciente. Un mundo se me reveló. Conecté por primera vez en mi vida con mi pulso más verdadero. Me fui a vivir con el amor de mi vida y nos mudamos a las afueras de la ciudad. A los siete meses dejé mi trabajo como periodista y productora de tv, guardé mi diploma de Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social, di por cerrados mis estudios de teatro y nos fuimos a vivir a otro país iniciando un gran tiempo sabático. Ese fue un viaje iniciático que me enseñó a seguir las señales, lo que me decía el corazón y esa voz que me guiaba cada vez más fuerte. Así fue como empecé a escuchar el llamado de mi útero, mi gran maestro espiritual.


Fueron y siguen siendo múltiples las mutaciones, los aprendizajes, las maestras y maestros, las luces y las sombras, las vueltas al espiral, las largas inmersiones en el bosque, los ascensos y los descensos. Muchas veces me perdí y otras tantas me volví a encontrar. Morí y volví a nacer, una y otra vez. Pero siempre hay un hilo que me guía de manera impecable: mi feminidad sagrada y ancestral, el fuego de mi llama Magdala.


Y un día sentí que ese fuego era como una semilla que tenía que ser compartida a los cuatro vientos para que otras mujeres pudieran también recordar esa conexión, ya no solo con un Dios Padre, sino también con ese gran vientre cósmico del cuál todo y todos venimos: el de la Diosa Madre.


Así, cada proyecto, cada labor, cada workshop, cada creación, cada intento, cada círculo y cada espacio que abro está insuflado de esa llama y contiene viva esa semilla. Si llegaste hasta aquí ¡Bienvenida! ¡Bienvenida a recordar esa conexión única e infinita! Es hora de que los fuegos se enciendan y las semillas se expandan entre todos los seres de la tierra, y nosotras, mujeres sagradas, somos las destinadas a realizar esa preciosa labor en este tiempo, los albores de la nueva era.


Flor Eliçabe
City Bell, Argentina


Mis herramientas

Medicina Lunar

Astrología

Kundalini Yoga

Respiración Ovárica Alquimia Femenina (Sistema ROAF)

Danza Sagrada

Chamanismo

Bioenergética

Aceites Esenciales

Coaching Ontológico

Sagrado Femenino